Abro la puerta del ascensor y me sorprende la vecina de al lado, que en ese momento cierra con llave la puerta de su piso.
Desde fuera.
Mierda, hoy no la puedo evitar.
Muchos meses después de trasladarse a la vivienda de su pareja ha puesto el piso en venta, y sus visitas al edificio son cada vez más esporádicas.
Se ha cambiado el color de pelo. El rubio-casi-blanco ha dado paso a un tono entre marrón y naranja, y además lo lleva más corto. Ahora sí lleva un peinado acorde a su edad, inconfesada, pero calculable: hace ya unos años que se jubiló.
ML: Ah! Eres tú. Ni un simple 'hola'. Tiene tanto que decir y tanta prisa que omite las palabras que considera innecesarias. Siempre tiene prisa, pero siempre está dispuesta a perder un poco de tiempo cuando se trata de contar una de sus historias.
Tampoco me permite a mí el saludo. Continúa sin apenas respirar.
ML: Vine a comprobar el piso. Y sí, ya lo sabía yo. Ha estado aquí.
¿Debería saber de quién me habla?
Quizá.
No lo creo.
ML: Antes de irnos de vacaciones ya lo sospeché, así que tomé medidas.
Suele irse de vacaciones con su novio, así que no está hablando de él.
¿Ha dicho 'tomé medidas'?
ML: Si es que ese tipo de amigos... Ja! un caradura! Eso es lo que es. Pero ya me lo imaginaba, ya. Así que le puse una trampa.
¿Una trampa??
ML:Traje una banqueta del cuarto de baño y la puse justo detrás de la puerta de entrada, con una bolsa de herramientas encima. -Adorna su explicación con amplios movimientos de los brazos.- Luego fui cerrando la puerta poco a poco, y acercando la banqueta, para que tropezase con la puerta al intentar abrirla.
!!!
ML: Y hoy, me encuentro con que la banqueta está en su sitio, en el servicio, y la bolsa aquí, al lado de la puerta.
Mi sorpresa no se debe al hecho de que esta mujer coloque, en su propia casa, trampas para atrapar -o al menos molestar- intrusos. Es habitual ver trocitos doblados de papel o palillos sujetos entre la puerta y el marco, como en las películas de espías. Lo sorprendente es ese nivel de creatividad al que ha llegado.
Sonríe con satisfacción.
Sin dejar de hablar, claro.
ML: ... Y es que tiene la llave. Hizo una copia. Seguro. Le tuve que dejar un día el llavero para bajar al coche, y sí, tardó poco, pero de camino había una ferretería. Seguro que hizo la copia, le dio tiempo. Claro que, ja!, es ilegal hacer copias de esta llave. Hay que presentar el DNI para hacerlo. Si yo hablo... Si yo hablo se le cae el pelo al ferretero... Ja!
Ein?!!
A que empieza con otra película distinta y pierde el hilo de la primera.
ML: Se cree que es muy listo. Sabe que C. no le dejaría el piso para llevar mujeres, así que se tenía que buscar otro. Y ahora tiene las llaves del mío. Pero le salió el tiro por la culata, porque yo ya lo sabía. Yo lo sabía así que esparcí chinchetas por la cama, entre las sábanas.
A: ¿Cómo?!!!!
En mi cabeza hay muchas más palabras, pero ML sigue con su monólogo.
En realidad ni siquiera me oye. En este momento para ella sólo existe el sonido de su propia voz, sorprendiendo a alguien con una hazaña extraordinaria, no importa quién sea ese alguien.
Parece feliz.
ML: Y fui a mirar, había... unas manchitas de sangre en las sábanas.
Intenta simular desinterés mientras lo dice, pero su sonrisa de satisfacción es todavía más amplia.
ML: Ése ya no vuelve por aquí!!
ML continúa hablando, añadiendo detalles y comentarios a todo lo que ha contado, pero ahora ya se repite, y yo ya tengo más información de la que hubiese deseado.
Busco una forma educada de terminar la "conversación", y me decido.
Meto la mano en el bolsillo izquierdo del abrigo y compruebo que allí está mi móvil.
A tientas, lo desbloqueo y pulso la tecla del número 2.
En unos segundos el sonido del teléfono de casa empieza a sonar.
A: Vaya! Emm.... ¿Es en mi casa? Me vas a tener que disculpar... emm...
ML: Sí, claro!! Si yo llevo mucha prisa!!
Historia real.
Imagen tuneada a partir de: artelibre.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario