Pasaron días, semanas... y el Pequeño Rayo Azul mejoró.
Sólo un poco, pero lo suficiente para volver y despedirse.
No era culpa suya, es que lo habían fabricado así, débil y enfermizo.
Después de tantos años, la despedida fue triste. Pero ya sabéis lo que se suele decir: a Rayito muerto, Rayito puesto (más o menos...).
Este caso fue un pequeño deportivo rojo. No muy deportivo, pero sí muy rojo, y, como joven que es, hambriento de felices trayectos.
olle....está chulo el coche ¡eh! me gusta este modelo nuevo que aún no viera ninguno y bueno...un poco deportivo si que es....
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